Por Kerly Fuentes Mucherl
En los últimos meses a partir del incendio en la cárcel de San miguel las repercusiones sociales y políticas de diverso tipo han sido evidentes. La gente ha reaccionado fríamente sin demostrar mayor importancia frente a la muerte de quienes llaman “delincuentes” lo cual no es de extrañarse, pues no es más que el efecto de la inhumanización de quienes deben pagar por sus “delitos”. Políticamente se ha jugado en torno a las responsabilidades y los ofrecimientos que apuntaban a mejorar las condiciones infrahumanas bajo las cuales se encuentra la población encarcelada en Chile. Sin embargo, esto último sólo han sido pronunciaciones sin mayor interés en concretizarse a pesar de que siguen apareciendo diversos informes que dan cuenta de las precarias condiciones carcelarias en las que sobreviven los internos. El último de ellos es el informe realizado por la Comisión de Visita de Cárceles de la Corte de Apelaciones de Santiago con el fin de conocer el estado en el que se encuentran los internos, el cual develo que en en " el centro de detención preventiva Santiago Sur hay 7.105 reos, de los cuales 106 presos de Calle 9 duermen "sin techo" " (Información extraida de la siguiente fuente de información: http://www.cooperativa.cl/corte-de-apelaciones-advirtio-de-grave-hacinamiento-en-colina-ii/prontus_nots/2011-05-16/113011.html )
En medio de ese contexto sociopolítico es escrito y publicado el artículo titulado El infierno en la torre 5: Reflexiones sobre la Cárcel en Chile escrito por la profesora María Emilia Tijoux en la revista digital Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad en donde se hace una reflexión en torno a la cruda realidad de las cárceles en Chile y su vinculo con la pobreza.
En el artículo, a partir de la tolerancia cero y seguridad ciudadana como dos conceptos centrales que trazan el afuera de una cárcel, pero también el adentro a través de la previa y determinante estigmatización de un determinado grupo social de personas indeseables para las calles de la capital y ciudades de todo el país, y por lo tanto destinados a un encierro basado en “ilegalismo” y vigilancia permanente, este texto busca potenciar la reflexión en torno a la compleja contidianeidad de las cárceles en Chile y su vinculo con la pobreza a partir del incendio que calcinó a 83 internos en la cárcel de San Miguel por medio del análisis de una realidad oculta y cruelmente naturalizada por lógicas económicas y políticas arraigadas en la sociedad chilena.
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