Presentación
El laboratorio Línea Memorias, Cuerpos castigados/encerrados/exterminados
es un espacio de reflexión e investigación del Núcleo de Investigación
Sociología del Cuerpo y de las Emociones. Nos hemos constituido en un lugar de
encuentro entre investigadores de las distintas disciplinas de las Ciencias
Sociales que tienen por objeto de estudio las experiencias concentracionarias,
los castigos, los encierros las masacres, los exterminios, las violencias e
hiperviolencias en la formación social chilena.
Es un lugar de intercambio y confrontación de
experiencias investigativas, de metodologías
y técnicas de investigación utilizadas
en los trabajos de investigación que desarrollamos individual o colectivamente.
El laboratorio tiene por objetivo construir un lugar
de acogida e intercambio para investigadores nacionales y extranjeros con el
objeto de facilitar su trabajo y promover el debate académico
multidisciplinario.
El laboratorio tiene por objetivo presentar
sistemáticamente una reflexión teórica-metodológica realizando un estado actual
de la investigación, el uso de categorías
o de un concepto de la vida socio-política, sobre su significado y
extensión. Se trata de estudiar una categoría general lo que nos permite captar
la estructura teórica y su evolución. Trabajamos las categorías socio-políticas
de la dominación y el poder, las violencias, los castigos, la justicia, el
derecho, la revolución, el totalitarismo, etc. Todo ello a partir de un
observable clave, el cuerpo, los cuerpos.
Intentamos realizar una aproximación comparativa
que constituye una de las vías mas
fecundas para hacer progresar nuestros conocimientos en las Ciencias Sociales.
Constatamos que el trabajo de comparación es
difícil y arriesgado. Difícil, porque el comparatismo tiene por ambición
adquirir un conocimiento profundo de varios acontecimientos históricos (o
regimenes políticos), relativos a diferentes formaciones sociales, lo que exige
de nuestra parte un esfuerzo considerable de erudición. Arriesgado, porque que
el comparatismo debe estar expuesto siempre a posibles criticas y objeciones,
formuladas por otros investigadores o “especialistas” de una formación social
dada.
Es por esto que el trabajo de comparación implica
de facto una tarea colectiva de discusión y cooperación entre
investigadores; es necesario aún que esto se entienda sobre un cuestionamiento e
interrogantes comunes, sino también sobre la naturaleza de los casos a comparar
y sobre la forma de compararlos.
Ahora bien, estos problemas teóricos-metodológicos
se transforman a menudo en posturas sobre las memorias, que conllevan a
batallas ideológicas e identitarias, como lo han mostrado las polémicas entorno
a los crímenes del comunismo-régimen y del nazismo, o sobre la “singularidad
de la Shoah ”
o la destrucción y exterminio judío.
Nos hacemos parte de la reflexión de Marcel
Proust: “No aprovechamos ninguna lección, porque no sabemos descender a lo
general, y que nos figuramos siempre encontrarnos en presencia de una
experiencia que no tiene precedentes en el pasado”.
Nuestros trabajos de investigación, reflexión y
discusión nos plantean las siguientes interrogantes:
a)
¿Podemos comprender las experiencias concentracionarias de encierro, castigo y
exterminio por medio de las herramientas y técnicas que nos entregan las
ciencias sociales, observarlas, describirlas, interpretarlas y concebirlas como
la forma de ejercicio extremo de poder y de la organización capitalista
moderna?
b) ¿Podemos
concebir e interpretar estas experiencias por medio o a través de la “ideología
de los derechos humanos”?
Hemos constatado que toda tentativa de estudio
guiado por los principios teóricos se enfrenta a obstáculos y reticencias:
En primer lugar, desde el sentido común, según el
cual el fenómeno es incomprensible por principio.
En segundo lugar, la idea de que los castigos, encierros
y exterminios no pueden ser objeto de comparación con otras experiencias.
Estas dos tesis aparecen corrientemente en los
debates políticos y podemos constatar que rol pueden jugar en los procesos de
negación o de denegación de los acontecimientos. Estas sirven y han servido
únicamente para justificar la existencia de obstáculos que bloquean cualquier investigación
y análisis.
Desde el momento que decimos que es incomprensible
se nos escapa la posibilidad y la necesidad de examinar los detalles de la
barbarie organizada, administrativa, burocrática y jerarquizada implementada
por la dictadura cívico-militar chilena en el periodo 1973-1990.
Es cierto que estos propósitos tienen otro sentido
o peso, cuando ellos provienen de los sobrevivientes de esta experiencia. Ellos
los relatan y les recuerdan a aquellos que no han vivido la experiencia o a
aquellos que han nacido después de los acontecimientos y que no podemos
arreglar o encasillar el sufrimiento y la desaparición/exterminio bajo
representaciones simples de dolor que se materializan en los cuerpos. Estos
propósitos son una puesta en guardia para los cientistas sociales y para los
investigadores. No son una denegación.
Si interpretamos el término “incomprensibilidad”
en un sentido teórico, todo enfoque que intente comprender los hechos o
acontecimientos está condenado a la derrota que contribuye al desarme político
e intelectual. Contra tal teoria, es necesario reafirmar que todo lo que hacen
y sufren los hombres y mujeres, es por principio comprensible, incluso si la
comprensión de lo que nos es extraño es más difícil en ciertos casos.
En Chile, desde el momento que se instalaron en
todo el país los campos de concentración, y se utilizaron las cárceles y
penitenciarias ya existentes o se agregaron
a estos dispositivos los Centros secretos de secuestro, castigo y exterminio
como Cuartel Terranova “Villa Grimaldi”,
Cuartel Yucatán “Londres 38”, Cuartel Ollagüe “José Domingo Cañas”, La “Venda
Sexy”, Cuartel de calle Dieciocho “La Firma”, Cuartel Simon Bolivar en
Santiago, la ESMA ,
Garaje Olimpo y la Mansión Seré
en Buenos Aires o últimamente Guantánamo, todos estos Centros son el resultado
de una acción humana y ellos son en principio accesibles a una comprensión
racional. Esto no significa, por cierto, que sea posible de analizarlos
simplemente tomando en cuenta estos hechos o acontecimientos basados en las
intenciones y en las decisiones de los secuestradores, castigadores y
exterminadores.
Una vez creados e instalados estos centros,
genéricamente llamados centros clandestinos de detención, cárceles o campo de
concentración, hemos visto desarrollarse un poder en que la dinámica no estaba
planificada ni prevista.
El lugar común de la incomprensibilidad tiene ante
todo una significación moral. De manera manifiesta, los criterios morales que
se aplican habitualmente a la acción de los seres humanos no funcionan frente a
la barbarie que es organizada, burocrática, jerarquizada y administrativa, es
decir política y de negación de la política y de su existencia como comunidad
humana plural.
Pretender describir estos fenómenos
socio-políticos en las categorías de la responsabilidad o de la “energía
criminal”, o de la
Sicopatología individual o del enceguecimiento ideológico,
lleva y transporta necesariamente a una banalización de los actos cometidos y a
una lógica de victimización. Entonces una separación infranqueable se abre
entre el formato de los criminales y la calidad de los crímenes. Esta
constatación nos conduce a desembarazarnos del derecho y de la ideología de los
derechos humanos.
La barbarie organizada fue monstruosa, aquellos
que la cometieron no lo eran. Tal constatación no debiera, sin embargo orientar
nuestro recorrido hacia la génesis o socio-génesis de las estructuras políticas
y macro-sociales. Entre las dos se encuentra el verdadero campo de análisis del
poder. La organización y ejercicio de un poder absoluto al interior de un
Centro Secreto de Secuestro, de una cárcel o de un campo de concentración y las
situaciones de la acción y del sufrimiento de una categoría socio política de
los sujetos que fueron allí encerrados, castigados, exterminados y sus cuerpos
hechos desaparecer fue una decisión capitalista producto de un enfrentamiento
entre las clases.
Detectamos que allí se instauran determinadas
relaciones y practicas sociales donde el poder absoluto no deja márgenes y sin
perjuicio de ello, los individuos resisten y establecen determinadas relaciones
implementado tácticas y estrategias de resistencia/sobrevivencia.
Es a partir de estas constataciones que detectamos
que no existe corporeidad abstracta. El cuerpo es el lugar por excelencia de
intersección de las dominaciones de clase, de género y “raza etnia”; en ellos
se fomentan igualmente diversas tácticas y estrategias de resistencia y
subversión.
Si la opresión/represión/dominación/poder es
ejercida sobre los cuerpos (mercantilizados, explotados, alienados, castigados,
exterminados y hechos desaparecer), estos cuerpos materialmente han sido
indisociables a la historia del capitalismo y a la hora del despliegue
neoliberal mundializado, conoce formas inéditas.
Por una parte, la emergencia vertiginosa de las
denominadas biotecnologías con enormes aperturas en el mercado de las “formas”
y de la las economías salud, estas
parecen orientar las economías del siglo XXI, caracterizada por algunos sobre
una vía del biocapitalismo.
Por otra parte, el acrecentamiento de las
desigualdades a escala mundial y la reducción/destrucción de poblaciones
enteras al mínimo vital de sobrevivencia, hacen de la simple sobrevivencia
corporal un desafío político estratégico. El capitalismo en su fase de
desarrollo mundializado no se desentiende de los cuerpos. Estos aparecen
incluso como una de las piezas claves de las ofensivas y ataques del capital,
uno de los soportes necesarios de la influencia mercantil y uno de los
reveladores insoportables.
Simultáneamente, el desarrollo de diversas
ideologías en apariencia de gran influencia; pero contradictorias interinan las
violencias simbólicas y físicas que se ejercen sobre y en los cuerpos, intentan
hacer naturales e invisibles las opresiones y castigos, legitiman e
invisibilizan las dominaciones en el ejercicio del poder de las clases
dominantes.
EL MALESTAR DE LOS CUERPOS EN LAS CIENCIAS
SOCIALES
…Tornar observable aquello que permanece
inobservado…
Nos planteamos a partir de una estrategia que
consiste en un intento por articular los procesos de constitución corporal a
los de la formación de poder y dominación social que se impregnan en las
relaciones sociales.
Buscamos desentrañar, visibilizar que procesos han
obstaculizado el estudio del cuerpo y de los cuerpos como una “totalidad
concreta”, es decir, agudizar la observación para observar los cuerpos en un
espacio de entrecruzamiento de lo biológico, lo sicológico y lo social, lo
abordamos desde una perspectiva sociopolítica, que pueda articular y abordar el
cuerpo, como la resultante de un largo proceso socio-histórico, y a su vez como producto de una cultura
concreta.
Abordar el cuerpo humano desde una perspectiva
sociológica, es buscar su lugar en la configuración de relaciones sociales y el
impacto de estas últimas sobre aquel. Mecanismos sociales (de dominación y
poder), culturales y psicológicos soportan los procesos cuya resultante es la
configuración de determinadas identidades corporales.
Como lo plantea Turner la cuestión del cuerpo ha
sido abordada por distintas disciplinas. Desde los comienzos de la medicina
hasta las más recientes filosofías, todas las disciplinas científicas fueron
constituyendo al cuerpo humano como un observable central: el funcionamiento y
la estructura del cuerpo biológico se instaló como preocupación y problema de
conocimiento.
Pero lo que lenta y persistentemente la denominada
modernidad pondrá en crisis la idea cristiana de que el cuerpo y el alma
constituyen dos entidades diferentes. La idea de esta ruptura se había impuesto
como hegemónica en Occidente en un largo proceso histórico y cultural.
Como resultado de esa crisis, a partir del siglo
XIX y especialmente durante el XX y parte del XXI, se observa el avance de la
biología y la medicina logra reconfigurar la vida y el desarrollo de las
poblaciones.
Sin embargo, en el ámbito de las ciencias sociales
en Chile no podría afirmarse que se haya elaborado de manera rigurosa una
sociología del cuerpo y de las emociones.
Los autores llamados comúnmente “clásicos” de la
sociología no pusieron como eje de sus trabajos de investigación y reflexiones
a los cuerpos sino al “individuo”, la “sociedad” y la compleja interrelación
que se entreteje entre ambos. Entre los “clásicos” quizá haya sido Karl Marx el
único que, con su noción de fuerza de trabajo se acerco a la problemática del
cuerpo, su energía, y el consumo productivo de la misma. La noción de “fuerza
de trabajo” hace referencia directa a la energía corporal, a un tiempo en
disponibilidad de una fuerza que puede ser peor o mejor empleada por el
capitalista, de acuerdo como él organice el proceso productivo.
Pensamos que es quizás en parte, a aquello se deba
el “retraso”, o en términos de Gastón Bachelard se puede hablar de la
persistencia de un “obstáculo epistemológico” de las ciencias sociales en
constituir una teoría rigurosa acerca del cuerpo. Pero es también la ausencia
de investigaciones empíricas la que se constituye en un freno intrínseco a su
desarrollo.
¿Cuál es la perspectiva que debemos adoptar?
El conocimiento científico avanza al construir
nuevos territorios de observación, de esto se desprenden innovaciones
tecnológicas y no al revés. La “revolución copernicana” por ejemplo, implico
una ruptura enorme: descentrar la mirada de la tierra al sol; y esto fue
posible porque el mundo medieval entraba en crisis. No es muy diferente la
difícil y laboriosa lucha por “descentrar la mirada” y tener presente a los cuerpos,
cuando todo gira en torno a la “sociedad”. Es una especie de revolución
copernicana al revés, según lo plantea Juan Carlos Marín, en aquella se trataba
de tomar distancia, de contemplar la naturaleza con objetividad. Pero ahora se
trata de acercarse, intrincarse profundamente en lo que somos como especie, en
lo que hemos hecho y construido: en los propios cuerpos.
Podemos observar en los cuerpos como se expresa el
malestar social y las crisis de las relaciones sociales, a partir de considerar
que “El problema de la expropiación del poder del cuerpo o del dominio del
cuerpo, se produce porque históricamente se constituye un ámbito de relaciones
sociales que viabiliza eso y otro ámbito de las relaciones sociales que se
obstaculiza.
A comienzos del siglo XX el cuerpo comienza a
considerarse el territorio estable del sujeto: el recipiente de una
subjetividad y una racionalidad. El conocimiento de que es posible una gestión
social del cuerpo se va imponiendo poco a poco. El cuerpo comienza a ser blanco
de políticas estatales. Es expropiado a la vida privada y puesto como objeto público.
Las practicas de castigo y disciplinamiento y los
múltiples mecanismo sociopolíticos empiezan a considerarlo la resultante
previsible de una construcción que puede ser dirigida. Paralelamente va
constituyéndose la fábrica como modo productivo pero también de encierro.
Primero los conventos y los regimientos, luego las fabricas, como la escuela y
la prisión, comienzan a desplegarse sobre el espacio social construyendo tipologías
de cuerpos acordes a las relaciones sociales que se van instalando lenta pero
persistentemente y culturalmente hegemónicas.
La exploración actual de la corporeidad podría
desligarse de la filosofía social y constituirse como objeto de investigación
en las ciencias sociales y humanas centradas en la observación de los
comportamientos y las interacciones.
Uno de los obstáculos para la comprensión del
cuerpo es la absoluta familiaridad que con él se establece desde el inicio de
nuestras vidas. Es el propio cuerpo que nos es inmediatamente accesible como
objeto de conocimiento en la cotidiana “auto-experiencia del yo”. Desde una
perspectiva sociológica deberíamos realizar una ruptura radical de la
representación del yo- y del “otro” y de las infinitas formas del lenguaje que
cosifican aquello que es producto de relaciones sociales.
En la perspectiva del sensualismo, el cuerpo ha
sido considerado sede de las “sensaciones”: Pero de este modo también se
fetichizan las sensaciones. Ya lo había anticipado Marx, no hay contemplación
sensorial sino “actividad sensorial humana practica”. Las sensaciones como las
emociones no son inmediatas, sino que son el producto de una larga producción
social que termina inscribiéndose en los sujetos. Es importante considerar la
actividad sensorial, como cualquier otra actividad o comportamiento, en
términos de relaciones sociales que constituyen procesos. Se trata de procesos
de los cuales todos formamos parte pero nadie domina, procesos que escapan al
control humano. Como lo señala Norbert Elias, tanto la vergüenza como el pudor,
entre otras sensaciones y emociones, son una construcción social, esto es, son
la resultante de procesos tanto socioeconómicos como mentales.
Abordar al cuerpo desde una perspectiva
psicosociológica implica de este modo, comenzar a abordarlo en su dualidad
intrínseca: en tanto resultado de un largo proceso evolutivo (con continuidades
y rupturas) y en tanto producto de una cultura concreta. Las actuales determinaciones concretas de un
cuerpo y de los cuerpos no se comprenden sin el proceso socio genético que dio
lugar a dicha conformación. Toda entidad corporal debería comprenderse como
“totalidad concreta”, esto es, la resultante de múltiples determinaciones,
unidad de lo diverso. De esto se desprende que sea sugerente observar los
cuerpos como formando parte de un entramado social de acciones y relaciones
sociales, esto es, observarlo como la resultante de múltiples determinaciones
en el campo de la acción.
El cuerpo es, un punto fronterizo entre las
disciplinas científicas. Está inscripto dentro de los procesos sociales y al
mismo tiempo es el territorio donde se instalan y desarrollan, consciente e
inconscientemente, una serie de mecanismos que sustentan dichos procesos. El
conjunto de relaciones sociales lo determinan a la vez que éste les da
sustento. Constatamos que aquí radica parte de la complejidad de investigar al
cuerpo, a los cuerpos.
Otro de los problemas al cual nos enfrentamos es
el de la reificación del propio cuerpo y el de los otros: su fetichización. La
necesidad de romper con las tradiciones filosóficas y científicas que se
reparten el estudio del cuerpo, fragmentándolo, pasa por dejar la mirada en el
cuerpo mismo como objeto y comenzar a hacer observable las características de las
relaciones sociales que lo determinan. En este sentido, no se trata de
construir “el objeto de la sociología del cuerpo, como lo plantea Jean Luc Bolstanski en su texto Los usos sociales del cuerpo, sino de
redireccionar la observación hacia el conjunto de las acciones reciprocas que
los cuerpos viabilizan.
En estas perspectivas, el cuerpo no es observado o
entendido como aquello que hace viable un conjunto de relaciones sociales, no
se lo ve como la resultante de una confrontación entre relaciones sociales,
entre acciones posibles, sino como un objeto en el cual la vida cobra
existencia. Aparece así como “blanco” del poder: corregir un cuerpo para
obtener individuos dóciles y útiles, imposibilitados de reflexionar acerca de
sus propias acciones. La sociedad se interpone así en el individuo y se
transforma en un obstáculo para la toma de conocimiento de la propia identidad
humana.
Los que hemos afirmado anteriormente nos lleva a
considerar que el cuerpo se encuentra en el vértice de una encrucijada, en un
cruce de varias líneas de conocimiento. Interesa entonces destacar que los
cuerpos se encuentran en el entrecruzamiento de lo biológico, lo psicológico y
lo social. Como sabemos, al interior de estas disciplinas coexisten puntos de
vista diversos.
Todo cuerpo ocupa un lugar en las dimensiones
espacio-temporal, es el sustrato material y la condición necesaria –pero no
suficiente- para el desarrollo biológico (biogénesis, crecimiento,
envejecimiento), psicológico (psicogenesis, estructuración de un “aparato
psíquico”, sistema de la personalidad) y social (Sociogénesis, conformación de
las relaciones sociales, estructuras y mecanismos, normas, valores y signos).
Sin embargo, no se puede perder de vista que el
sujeto es una unidad biológica, psicológica y social, y que estas
diferenciaciones son meramente analíticas.
Por último, la cuestión del cuerpo se encuentra
ligada a uno de los miedos más trascendentales de la especie humana: la certeza
de la muerte biológica. Sin embargo, la muerte de un cuerpo no es solamente el
detenimiento del funcionamiento de un organismo biológico, o mejor dicho, este
detenimiento arrastra consigo al conjunto de las relaciones sociales que
viabiliza. La muerte del cuerpo o su desaparición, es la muerte de un conjunto
de relaciones sociales.
“Cierto es
que el arma de la crítica no puede suplir a la crítica de las armas, que el
poder material tiene que ser derrotado por el poder material, pero también la
teoría se convierte en poder material cuando prende en las masas. Y la teoría
puede prender en las masas a condición que argumente y demuestre ad hominen,
para lo cual tiene que hacerse una crítica radical. Ser radical es atacar el
problema de raíz. Y la raíz para el hombre, es el hombre mismo”.
Karl Marx, “Critica de la filosofía del derecho de Hegel”
Referencias bibliográficas
Pierre Bourdieu, Meditaciones pascalianas, Cap.
Conocimiento por cuerpos, Editorial Anagrama, Barcelona, 1999.
B. Turner, Los avances recientes en la teoría del
cuerpo, en Revista Española de investigaciones sociológicas
Jean Luc Bolstanski, Los usos sociales del cuerpo,
Buenos Aires, Periferia, 1975.
Norbert Elias, El proceso de la civilización.
Investigaciones sicogenéticas y psicogenéticas, FCE, México, 1975.
Michel Foucault
Vigilar y Castigar; El poder Psiquiátrico; La vida
de los hombres infames; Los anormales; El nacimiento de la clínica
David Garland, Castigo y sociedad moderna. Un
estudio de teoría social, Siglo XXI editores, México, 1999.
David, Le Breton, La sociología del cuerpo.
Revista Actuel Marx Intervenciones, Cuerpos
contemporáneos: nuevas prácticas, antiguos retos, otras pasiones, Nº9, primer
semestre 2010.
Roberto Merino Jorquera
Santiago, 22 de octubre 2012
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