Por Natalia Ramírez Püschel
En el amor el cuerpo está allí, dice Foucault. Fuimos amantes, antes de acabar la primavera. Alcanzamos a excitarnos con la utopía del tartamudo; el imperfecto poeta burbujeante. Durante tres jornadas la irrupción del cuerpo en las ciencias sociales nos convocó a la reflexión sobre el resistente rayo luminoso. En su cuarta versión, la Escuela Chile-Francia de la Cátedra Michel Foucault de la Universidad de Chile, moduló entre los derroteros del pasional balbuceante. Más de diez ponencias, diálogos e intervenciones de danza tensaron la emergencia del cuerpo sensible en los estudios sociales y culturales, las artes y las humanidades; vibratos que reverberan y que a continuación, se reseñan y comentan. Sístoles y diástoles del atávico fluido incorporal.
Cuerpo desfigurado y rostrificado tratando de ser normal, controlado y protegido, ¿inalienable? ¿incomercializable? Atentado sin historia (o historia sin cuerpo); urbanos, coreografiados y filmables, espaciados en la desmesura… Con una impecable organización y masiva asistencia, venta de libros y café con agradables conversaciones, en el Centro Cultural Gabriela Mistral, el pasado 8, 9 y 10 de noviembre, desde diversos frentes, rayos iluminaron su opacidad. Desde Francia una serie de pensadores acompañaron en la reflexión sobre el cuerpo a diversos investigadores y académicos chilenos que revisaron algunas de las principales problemáticas de su condición contemporánea.
En el presente escrito comparto, brevemente, el planteo de los cinco paneles que nos hicieron acabar; y a continuación, me detendré en ciertas reflexiones donde mi cuerpo hizo yo1.
Hay demasiada farmacia, pero no hay re-medio. Inseguro e imperdurable, el cuerpo y las historias normativas de la medicina fueron el tópico de la conferencia inaugural. A cargo de Francois Delaporte, se reflexionó sobre las tensiones de la máquina de curar, tratamiento y libertad, el higienismo y la hospitalización. Y vino el estadillo:
Panel 1
“Cuerpos legítimos v/s cuerpos ilegítimos: la compleja producción del sentido común”. David Le Breton, antropólogo francés que ha escrito innumerables textos sobre cuerpo y que, el pasado martes 7 de noviembre, presentó su trabajo “Cuerpo Sensible”, inspirado en la danza y el movimiento corporal, expuso sobre la desfiguración y el trasplante de rostro en base a la tesis que la rostridad es la figura constante que deviene identidad, como gestalt única que estabiliza; por lo tanto, se problematizó respecto a la desfiguración como invalides de la apariencia, como una muerte en vida.
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Cuerpo desfigurado y rostrificado tratando de ser normal, controlado y protegido, ¿inalienable? ¿incomercializable? Atentado sin historia (o historia sin cuerpo); urbanos, coreografiados y filmables, espaciados en la desmesura… Con una impecable organización y masiva asistencia, venta de libros y café con agradables conversaciones, en el Centro Cultural Gabriela Mistral, el pasado 8, 9 y 10 de noviembre, desde diversos frentes, rayos iluminaron su opacidad. Desde Francia una serie de pensadores acompañaron en la reflexión sobre el cuerpo a diversos investigadores y académicos chilenos que revisaron algunas de las principales problemáticas de su condición contemporánea.
En el presente escrito comparto, brevemente, el planteo de los cinco paneles que nos hicieron acabar; y a continuación, me detendré en ciertas reflexiones donde mi cuerpo hizo yo1.
Hay demasiada farmacia, pero no hay re-medio. Inseguro e imperdurable, el cuerpo y las historias normativas de la medicina fueron el tópico de la conferencia inaugural. A cargo de Francois Delaporte, se reflexionó sobre las tensiones de la máquina de curar, tratamiento y libertad, el higienismo y la hospitalización. Y vino el estadillo:
Panel 1
“Cuerpos legítimos v/s cuerpos ilegítimos: la compleja producción del sentido común”. David Le Breton, antropólogo francés que ha escrito innumerables textos sobre cuerpo y que, el pasado martes 7 de noviembre, presentó su trabajo “Cuerpo Sensible”, inspirado en la danza y el movimiento corporal, expuso sobre la desfiguración y el trasplante de rostro en base a la tesis que la rostridad es la figura constante que deviene identidad, como gestalt única que estabiliza; por lo tanto, se problematizó respecto a la desfiguración como invalides de la apariencia, como una muerte en vida.
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